Hombres G, el concierto (Crecer en los Ochenta)

Nestor Rivero
8 min readJan 14, 2018

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31 de octubre de 1987

Hoy me paré temprano porque salí con mi papá a manejar por San Bernardino, me fue más o menos... A las 12:30 nos regresamos a la casa y aquí nos enteramos que se había estrellado una avioneta en el Marqués cerca de donde estábamos.

Almorzamos y a la 1:30 arrancamos al Poliedro. Llegamos a las 2 pm y nos encontramos a R., G. y C., luego nos encontramos con A. y su hermana. Nos coleamos y eso fue un lio tremendo, primero entró M., luego yo, después C. y por último E.

El concierto empezó a las 4 pm con una presentación de Valdemaro Martínez al grupo Menage (creo que es así!) tocaron como 5 canciones.

Luego por fin! Hombres G. Abrieron con Marta Tiene un Marcapasos y cerraron con Devuélveme a Mi Chica. Las que me gustaron que tocaron fueron: INDIANA, TE QUIERO, VENEZIA, etc, VISITE NUESTRO BAR. La única que no cantaron fue la de la Bomba, bueno, el concierto estuvo muy, pero muy bueno. A la salida fue otro lío por la cola de carros, salimos por la Panamericana, luego fuimos al CCCT, al Pizza Hut a cenar, y regresamos, dejamos a E. y a C. y llegamos aquí como a las 9:15, realmente cansado, sin embargo el día de hoy compensó en alguna forma el de ayer

Cada vez que recuerdo al grupo español Hombres G, inevitablemente me viene a la memoria algo que dijo Quino (autor de Mafalda). En el libro “Diez Años con Mafalda” hace referencia a que Los Beatles habían arruinado su gusto musical para siempre, pues ya no podía escuchar otra cosa.

Mafalda y Los Beatles

No sé en cuál momento hice la asociación entre Los Beatles y Hombres G.

Tal vez viene de esos mismos días de 1987, cuando mi papá me comentó en el carro que a él le parecía que el furor que causaba Hombres G, era casi como el que causaron en su momento Los Beatles.

Lo reconozco. Para mí Hombres G no son Los Beatles, ni mucho menos. Los Beatles están en otra liga.

Tampoco creo que hayan sido “Los Beatles de nuestra generación”, pero para mí han sido, son y serán una referencia emocional muy poderosa que traspasa cualquier consideración musical.

Lo único que sé de música es que es de las muy pocas cosas en la vida que tienen el poder de traspasar con facilidad los sentidos, la razón, la piel y los huesos hasta instalarse en el corazón y la mente de cada quien.

Hombres G se puso de moda mientras estaba en bachillerato. Fue un ventarrón de música nueva, de acordes que no había escuchado hasta entonces, además en mi propio idioma aunque con el matiz del origen: España.

En los ochenta, para mí España era una noción adulta. Era un “concepto” que asociaba con mi papá, quien sentía un amor y apego desmedido por España, difícil de entender para ese momento.

Hoy, me doy cuenta que la música de Hombres G representó mi descubrimiento de una nueva España que no tenía nada que ver con dictaduras, Guerra Civil, comidas espectaculares y mucho menos con música tipo Julio Iglesias, Raphael, Lola Flores o José Luis Perales.

Después de Hombres G, mis referencias musicales españolas de los años ochenta fueron Mecano y una banda llamada Ilegales. Esta última se popularizó con una canción llamada La Fiesta:

Las canciones de Hombres G eran insólitas (Devuélveme a mi Chica), algunas difíciles de entender pero divertidas (Marta tiene un Marcapasos, Indiana, Lawrence de Arabia, Y cayó la bomba fétida).

Aún hoy me sonrío con algunas de las letras.

Otras me acompañaron en momentos de tristeza (Te Quiero, Temblando, Vuelve a Mí, Solo Otra Vez, Un Par de Palabras, Hace un Año) y muchas más que seguramente nos divirtieron a todos en algún momento (Venezia, El Ataque de las Chicas Cocodrilo, En la Playa, Nassau, Visite Nuestro Bar, Dejad que las Niñas se Acerquen a Mí).

Era un sonido fresco y, por qué no, con una nota de irreverencia a la que no estábamos acostumbrados. Creo que era la primera vez que escuchaba canciones grabadas con groserías.

Así decía Venezia:

Io sono il capone della mafia
Io sono il figlio della mia mamma
Tu sei uno stronzo di merda ¡JA! ¡JA! ¡JA!
E un figlio di troia in Venezia
Venezia…
Venezia…

Y así Devuélveme a mi Chica:

Estoy llorando en mi habitación
Todo se nubla a mi alrededor
Ella se fue con un niño pijo
Tiene un Ford Fiesta blanco
Y un jersey amarillo.

Por el parque les veo pasar
Cuando se besan lo paso fatal
Voy a vengarme de ese marica
Voy a llenarle el cuello
De polvos pica pica.

Sufre mamón, devuelveme a mi chica
O te retorceras entre polvos pica pica

Algunas de esas canciones eran perfectas para dedicarlas o para describir vivencias que nos ocurrían. “Devuélveme a mi Chica” era como para el momento en que a mi amigo del colegio le empezaba a gustar la misma que me gustaba a mí.

Sí, seguramente hubiese querido que sufriera, y aunque no lo logré, sin dudas escuchar la canción varias veces seguidas lograba mejorar mi ánimo. Era como una pequeña e íntima victoria ante la realidad.

Lo curioso es que disfrutaba mucho la canción sin saber a ciencia cierta en ese momento qué demonios era un jersey, ni un niño pijo, tampoco todos conocíamos al Ford Fiesta en Venezuela.

Lo de los polvos pica pica, vaya que sí, era una gran idea que nunca llevé a cabo. Sonaba divertido pero tal vez no era para tanto.

Una canción que me marcó fue “Vuelve a Mí”, todo un himno amelcochado de despecho.

Y la verdad es que en ese momento no me había dejado nadie, pero yo sentía que sí. La chica que me gustaba se hizo novia de mi amigo y era inevitable pensar en esta parte de la canción:

Te dirán que estoy sentado
apoyado en la barra de un bar
deprimido y amargado
sin beber y sin hablar
cómo pudiste hacerlo
irte con otro sin avisar.
Aún no he comprendido cómo te fuiste con ése,
él será más guapo
pero yo tengo más mala leche
y aunque soy pequeño
valgo yo más quinientas veces.
Por favor vuelve a mí
nos iremos a bailar
de verdad, he aprendido
a bailar break-dance

Nunca bailé break-dance ni nada parecido. Para finales de 1987 el break-dance ya había pasado a la historia, lo recuerdo más bien a principios de los ochenta.

Tampoco sabría decir si él era más guapo o si yo tenía más mala leche (con la connotación española, no la criolla). Mucho menos era pequeño, si mal no recuerdo, yo era más grande en tamaño que mi amigo, pero seguro no pensaba que valiera quinientas veces más.

Cosas turbulentas de la adolescencia: el cuerpo y la autoestima a veces no crecen en igual medida.

Una de las canciones de Hombres G que más cariño le tengo y aún me gusta mucho escuchar es “Dejad que las niñas se acerquen a mí”.

Desde el título ya tiene una carga transgresora importante (bastante suave a los ojos del 2018), pero a la vez siempre la he sentido como una canción muy naif, con una carga de ingenuidad bastante grande que creo que define muy bien el mood que recuerdo haber vivido aquellos años.

Me parece una canción optimista, escrita para cualquiera que como yo pudiera identificarse con el adolescente promedio que allí recrean:

No soporto a las niñas, que todas las canciones les recuerdan algo
que se creen que soy drogadicto porque llevo unos zapatos raros
yo nunca he sabido, decir nada bonito y soy…
un chico muy tímido.
Si me voy de bronca por las noches, me quedo dormido
me despisto fácilmente y parezco entristecido
me encantan los guateques, y tocar el clarinete y no me pierdo…
el Libro Gordo de Petete.

A estas alturas es fácil entender que me identificaba con lo del “… nunca he sabido decir nada bonito y soy un chico muy tímido…”.

Aún hoy encuentra eco en mi alma aquella vieja identificación. De algún modo no he dejado de sentir la fascinación de los dieciséis.

También la canción “En mi Coche” me llena de muchos recuerdos. Si bien es una de esas canciones de despecho, nunca la asocie a eso. Me parecía una canción que hablaba de algo que también era mi objeto de deseo: un carro. No solo la chica, también necesitaba el carro para cantarle la canción una vez me dejara.

“En mi Coche” tiene unos segundos de guitarra (o de varios instrumentos, perdón por mi ignorancia) que para mí definen a Hombres G, su música y su época. Atentos entre el minuto 01:55 hasta el 02:30.

Ese día del concierto de Hombres G en el Poliedro de Caracas, temprano mi papá me llevó a manejar en su carro para continuar mi proceso de aprendizaje. Manejar era importante, como seguramente sigue siéndolo para la mayoría de adolescentes. Mis amigos del colegio sabían hacerlo y varios de ellos (al menos cuatro) tenían carro.

Por lo que escribí, no me fue muy bien ese día en la clase de manejo. Tal vez tenía más expectativas por el concierto que atención disponible para manejar con prudencia.

Pero ese día era más importante Hombres G que las lecciones de manejo.

Estos son los héroes de Hombres G: David Summers, Daniel Mezquita, Rafael Gutiérrez, Javier Molina.

Nunca dejó de hacerme gracia David Summers no fuese “Deivid Sommers” sino David Summers, tal y como está escrito.

David tiene hoy 54 años y nunca ha abandonado la leyenda de Hombres G.

Para mí, el grupo Hombres G siempre será una referencia de una época única. Una perfecta mezcla de inocencia y humor irreverente que encontró eco en un adolescente de dieciséis (excesivamente inocente y para nada irreverente). Una perfecta mezcla que me ha acompañado desde entonces.

Aún tengo la vivencia de ese concierto en el Poliedro, con mis amigos del colegio, con mi hermana y sus amigas. Era un éxtasis de libertad y de disfrute de la banda musical que todos queríamos ver y oir en vivo.

Un día maravilloso del cual han pasado ya treinta años. No recuerdo absolutamente nada de esa avioneta que se estrelló ese mismo día en plena ciudad de Caracas horas antes del concierto, pero seguramente nada empañó la expectativa que tenía.

Supongo que ese día del concierto debo haber sentido que todo estaba cada vez más cerca, que el mundo era una promesa a la vuelta de la esquina.

Por cierto, las entradas para el concierto en el Poliedro las buscamos en la tienda Disco Center del CCCT sin suerte, finalmente las compramos en La Media Nota (Centro Comercial Único, Chacaíto).

Este es mi homenaje a quienes, sin saberlo, me han acompañado desde hace 30 años.

Gracias, Hombres G.

2/80

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Nestor Rivero

Soy venezolano, enamorado de mi país. Psicólogo prestado al mundo publicitario. Planner por convicción. Me gusta escribir(te) y pensar(te). Salgo mal en fotos